Al Señor magistrado le podrá decir que era el primer orgasmo de mi vida y que esa emoción violenta me mató,
a mi no me lo diga, me conformo con que me lleve alguna flor de vez en cuando... y me recuerde. .
A mi, deme la opulencia de Sus manos azotándome, abriendo surcos de amor sobre mi piel... La distancia que nos separa cuando me ve gozar y las blasfemias que poco a poco llegan al oído en armonía sinfónica hasta que da comienzo la gran obra.
Los "ayes" de la bestia se tragaban el alma y la moral ha decidido ocupar una esquinita oscura justo al lado de la ventana, por si se decide a saltar por ella, la carne, en su ética, mas alla de mi goce, imponía la maravilla del dolor... su algarabía.
Al Sus amigos podra decirle que no le amaba tanto y que me largué con un hombre al que no le gustaban los silencios... Supongo que ellos terminaran entendiendo que me fuí con un tipo que me amaba con frenesí y al que no le importaban para nada mis defectos. Digales que un día me canse de Sus modales delicados, de Su timidez y que lo unico que ansiaba era un macho que me azotara y me "obligara" a amar.
Asi nadie preguntará mas por mi, nadie preguntará por la que solo goza cuando sobre su piel el amor deja huella, marcas que atestigüen que estuvimos ahi... amándonos.
Que una vez, o miles, fuimos únicos en aquella soledad, Usted enamorado de mis gritos y yo del dolor.
Que poco a poco Su cuerpo se desvanecia y sólo quedaba de el Su brazo, azotando las nalgas, anudándome el alma... Y que ese brazo NUNCA tembló.
Quiero que intervenga la justicia, que se abra un expediente y se investigue sobre nuestro amor.
¿Quien es el asesino?
Sus manos, que apretaran mi cuello hasta el orgasmo, o la tarde de otoño, donde ciego, atravesamos los puentes del delirio y donde una gran maldad naciente nos hizo gozar??
¿Quien es el asesino?
Usted, hombre sin destino que solo me regala el deseo de morir en Sus brazos, o yo, la mujer que invade su cerebro cuando la llama puta??
¿Quien es el culpable? ¿Quien?
Si cuando su brazo se alzaba omnipotente contra el mundo era la fuerza de Su brazo mi deseo...
Esquivo bruscamente caricias comprometedoras y caigo, infinita, en mi propia negritud.
Hoy no es el goce el que me llama, hoy es la muerte la que no para de pronunciar mi nombre.... raksha...
Mateme...
Soy esa puta con la que disfruta humillándola, la esclava por amor que siempre ambicionó, esa extranjera que nadie reclamará...
A Sus mujeres amadas... digales siempre la verdad...
Que un dia me concedió un deseo y mi deseo fue... MATEME
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